Ya estamos prácticamente en
Navidad. Asusta pensar que hace nada estaba planificando las
vacaciones de verano e incluso las de Semana Santa. El
tiempo vuela y nos pilla siempre y además a contrapelo. Es
una cosa increíble que como digo, es mejor no pensar.
El caso es que ese tiempo
vuela porque estamos inmersos en una vorágine cotidiana que
no nos deja pensar ni ver con claridad lo que ocurre a
nuestro alrededor. El trabajo, la familia, las
responsabilidades, todo en general, nos lleva a estar
sometidos a una velocidad constante que provoca que apenas
tengamos tiempo libre. A eso hay que sumar la tan traída y
llevada crisis que acentúa aún más todo lo anterior y lo
hace, si cabe aún más vertiginoso.
Al mismo tiempo que ocurre
eso, nos encontramos con una situación política cada día más
distante del ciudadano, donde lo único que importa es ganar
votos, sin importar el como. Esos políticos, conscientes de
que todo lo que he descrito en el apartado anterior no deja
mucho tiempo para pensar, intentan con argumentos simplistas
y demagógicos ganar los votos que sean. A esos políticos les
importa un bledo la situación de los ciudadanos, si tienen
trabajo o dejan de tenerlo, si el banco les ha quitado su
casa porque no pueden pagarla y aún quitándosela no pagan lo
que deben, si la subida del IVA es buena o es mala, si las
carreteras están bien o mal, si tiene agujeros o no, etc.,
etc. Así podríamos estar mucho tiempo y no terminaríamos.
¿Y por qué toda esta
retahíla? ¿Qué tienen que ver unas cosas con otras? Pues voy
a hilarlas. Yo tengo familia. Dos enanos que además están en
una edad complicada, llena de deberes, exámenes, actividades
extraescolares y en un momento en el que su educación es
fundamental, lo que se transforma en una gran necesidad de
atención y dedicación. Mi empresa, como casi todas, está
travesando esa larga travesía por el desierto que es la
crisis, afrontando diariamente multitud de problemas que
hace que mi mente esté casi 24 sobre 24 horas centrada
porque de mis decisiones, aciertos y/o errores depende, no
sólo mi sustento sino el de muchas familias que me miran
todos los días esperando que les lleve a buen puerto. Estoy
asqueado de la política. Nadie se pone de acuerdo con nadie
para remar en el mismo sentido y sólo importa la basura que
pueda echarle encima al de al lado para ganar un voto más.
Además de todo eso, tengo mi vida social, que requiere
también de mi atención. Tengo amigos, tengo aficiones que
quiero practicar, y responsabilidades, a veces absurdas, que
me auto impongo.
Yo soy ese, como dice la
canción. Ese y mis circunstancias. Y a pesar de todo, que me
ocupa todo mi tiempo, creo que hay cosas en las que debo
estar, porque tengo que estar. Porque hay cosas que dan
valor a muchas otras y que hay que defender a capa y espada.
Porque hay cosas que me afectan a mí y a muchos otros que
merecen mi atención. Porque hay gente que a pesar de que el
panorama descrito antes no sea alentador, hubiera tenido que
seguir viviendo. Porque hay personas que no merecen morir
por practicar su afición. Porque sólo tenemos una vida y no
podemos permitir que esa corta vida sea segada por la
negligencia y pasotismo de un político. Porque vivo de la
manera que vivo para pagar mis impuestos y sentirme
protegido no amenazado.
Somos muchos socios en el
moto club Ruedas Charras. No sé ahora mismo si 160, 170 o
180 y me importa tres huevos la cifra. Me importa que el
sábado día 13 fuéramos 8 socios a Madrid. Yo tengo crisis,
familia, cansancio, asqueo, me resfrío, me mojo y estoy
cansado. Pero yo tengo crisis, familia, cansancio, asqueo,
resfriado y puedo mojarme porque estoy VIVO. Otros no pueden
estarlo.
Estoy harto de decir que el
salmantino es pasota y no participa en nada; estoy harto de
que cuando hay que estar no se está. Claro que habrá gente
que tenga poderosas razones para no poder ir. ¿Pero los 170?
No se lo cree nadie. Que las excusas son fáciles de
construir, de inventar y hasta de creérselas uno mismo. No
es mi ideal de vida un viaje a Madrid en moto, amenazando
lluvia, con frío, con niebla como tuvimos y aburrida autovía
nocturna. Mal comiendo, sin sentarse en ningún sitio. Mi
ideal de viaje en moto. Pero es que hay gente que no pudo ir
porque no VIVE.
Desde aquí, y de corazón, mi más grande
decepción por los socios de este moto club. Los demás ellos
sabrán, yo hablo de mi moto club. Mi decepción por aquellos
a los que seguro veré en la Ruta de Invierno, o en la cena
de Navidad. A los que veré en eventos a los que ellos si
pueden ir. Otros no. Al final, los políticos que tenemos que
no quieren protegernos, que nos amenazan, que nos persiguen
como vulgares delincuentes, no tienen más remedio que
esbozar un sonrisa burlona y decir, alto y claro “TENEIS LOS
POLÍTICOS QUE OS MERECÉIS" |