Adiós Noru: después de pasados unos días y volviendo a la realidad, estaba claro que en nuestra página no podía faltar una referencia a uno de los Moteros más cercanos a nosotros de estos últimos tiempos, no faltará ni por mi parte y seguro que tampoco por mi compañero Luigi que junto conmigo, somos los que habitualmente alimentamos de escritos esta web.

Noru de Noruego, ese es el nombre que le pusimos hace años a un tipo rubio de ojos claros y despistado que apareció por nuestro entorno. Siempre decimos que estas hojas son las que más nos cuesta escribir, la despedida de un amigo, y ahora nos ha tocado muy de cerca, y de nuevo otro amigo más que nos abandona, tal vez la sección de recuerdos de esta página la eliminemos, porque ya son muchos y tal vez sea mejor que solamente  permanezcan en nuestras corazones, porque cuando entramos en esa sección pesa mucho comprobar la cantidad de amigos que vamos perdiendo.

A Noru lo mantendremos en nuestro corazón siempre, por su aire despistado, callado, sosegado y tranquilo, ni siquiera te dabas cuenta de cuando se había incorporado a tu lado, pero estaba ahí, siempre estaba ahí, no fueron las cosas fáciles para él y sin embargo estaba ahí, nunca faltó a ninguna de las citas que propusimos en nuestros actos reivindicativos en favor de la seguridad vial, tal vez marcado por la mala suerte y el contratiempo de Asun en aquel accidente que les haría todo mucho más difícil, y el seguía ahí, cuando en el grupo del club ruedas charras cada vez eran menos los que bajaban a las reuniones del jueves, el estaba ahí, tomaba su cervecita su minipurito y para casa, cuando cuatro amigos en un frío fin de año dijimos porque no repetimos esta despedida en un almuerzo cada año para el resto de compañeros, él estaba ahí, en nuestro grupo de Whatsapp de  Moteros de Salamanca él estaba y todavía está ahí, incluso aún con su tímido carácter era unos de los que más participaban, será hasta difícil eliminarlo del grupo de whatsapp, así que siempre estaba ahí, por eso podrá seguir estando entre nosotros, de una forma sigilosa como el acostumbraba a incorporarse.

El último susto motero que vivimos con él, fue su accidente en una ruta motera y fueron muchos los compañeros que de manera incondicional estuvieron a su lado hasta que lo trajimos al hospital, y así se sintió el, siempre agradecido, y así me lo trasmitió muchas veces. A pesar de su mala fortuna que le impedía seguir montando en moto, esto no le hacía perder el contacto con este ambiente motero y con su gente, siempre con la esperanza de volver a compartir esos momentos que ya iban quedando en el pasado.

Gracias a las motos conocemos gente, gente como "el Noruego", y eso puede que sea uno de los mejores valores añadidos que tiene este mundillo, aunque como en tantas cosas de la vida, no te das verdaderamente cuenta de su importancia hasta que las pierdes.

El domingo pasado me reñía porque no pasaba a verlo por el quiosco y yo me disculpaba porque es cierto que vivo al otro lado de la ciudad, y ya ves tu, esta gran orbe de ciudad, lo que me hubiese costado con mi moto acercarme a echar un pitillo y un parlado, pero ahora no podemos echar marcha atrás, Joder Noru que putada, y no se puede decir de otra manera, no te tenías que haber ido ahora.

Muchos Moteros de Salamanca no te olvidaremos.

Adiós Noru. tu amigo Javi

 

 

NORU

el adiós de Lugi

 

Escribir un panegírico es posiblemente lo más difícil precisamente y aunque parezca un contrasentido, lo es porque es muy fácil caer en la excesiva complacencia y no transmitir claramente aquello que se quiere decir.

            Juan Antonio, Noru, fue para todos ese motero que siempre está donde tiene que estar. Daba igual si era Pingüinos, una ruta cualquiera, una manifestación, una asamblea o simplemente una reunión improvisada. Nunca faltó a nada y lo que es más importante, siempre podías contar con el.

            Yo no recuerdo a Noru de otra forma que no sea sonriendo. Siempre tenía esa expresión tan suya, tan característica y que te transmitía que el mundo no era tan malo como parecía. Los reveses de la vida, de los que Noru tuvo varios, parecían menos reveses gracias a su sonrisa. No puedo imaginarme el Western sin su presencia, presencia que iba de un grupo a otro de los que en la barra se aposentaban, hablando con todos y cada uno, ajeno a las cosas que separaban a unos grupos y a otros, a las diferencias que entre unos y otros pudiesen existir. No puedo imaginarme la puerta del Western sin sus cigarritos puros.

Yo siempre he pensado que la vida es un libro. Un libro que, como todos, tiene un principio y un final y entre esas dos cosas está todo aquello que nos va sucediendo. Vamos llenando capítulos y hojas en blanco que vamos dejando a atrás. Todas las cosas que nos pasan, buenas y malas, todas las personas que vamos conociendo y que se transforman en personajes de ese libro. Todo está en el libro que cada uno escribimos con nuestras vidas.

            El libro de Noru no fue un libro fácil porque su propia vida no lo fue, sin embargo nunca le faltó el compañerismo, la sonrisa, la broma. Y por esa razón yo admiraba a Noru. Podría haber escrito su libro con cierta amargura, con negatividad por la propia vida pero no fue así. Lo escribió con renglones rectos, con esa actitud apaciguada y sonriente que tenía. Nunca decimos a los demás, a aquellos que merecen la pena que nos gusta su libro, que sentimos admiración por ellos y cuando nos damos cuenta de hacerlo es tarde.

            Noru se ha ido y nos ha dejado un gran vacío. No debía haber ocurrido, pero así ha sido. Escribió su último capítulo y como ocurre con esos libros que nos apasionan, nos ha dejado con ganas de más, de mucho más. Se cerró su último capítulo y ya forma parte de nuestros propios libros, del de cada uno de aquellos que pudimos disfrutar de él.

            Noru, gracias por ser como has sido y gracias por dejarnos asomar al libro de tu vida.

 

 

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