UN GRAN TIPO

 

 

  “ Enrique era un gran tipo. Es así de sencillo. Era un gran tipo. Nada puede definirle mejor que esta escueta frase. Se puede adornar, se pueden buscar cientos de adjetivos y calificaciones, pero al final es así de sencillo. Era un gran tipo.

Desde siempre había querido ir sobre dos ruedas. Cuando era un adolescente soñaba con las motos y cada vez que yo le hablaba de mis viajes sobre ellas y de aventuras, más o menos exageradas, se le encendían los ojos. ¡Cuantas veces cogió la moto de su padre sin que se enterara!, y como esperaba ardiente y pacientemente que uno de sus amigos motorizados le dejara dar una vuelta.

            Y llegó el gran día, el día que colmó su sueño. El día que siempre esperó y por el que a lo largo de tantos años suspiró. El día que fue feliz, tan feliz como sólo el podía ser. Tan dichoso como nadie más que él era capaz de ser. Era el fruto de muchas  horas de trabajo, de kilómetros de metro y de autobús. De compartir trabajo y estudio. Nadie más que él se mereció realmente poder acceder a su sueño. Era el resultado de muchas horas de soñar despierto, de darle vueltas a la cabeza antes de dormir. Por fin tenía su moto. Por fin su sueño se hizo realidad.

            Ahora Enrique nos mira con cariño desde lo más alto. Un maldito guardarrail segó su vida. Pero no pudo con su alma. Enrique no está entre nosotros porque persiguió su sueño y no puedo imaginar que pueda existir una forma de irse que con tu sueño bajo el brazo. Lo persiguió y lo consiguió. A mi me gustaría haber sido como él, tener su vitalidad, su sencillez pero lo que más le envidio es su falta de maldad.

            Podemos pensar que hubiese sido mejor no comprar aquella moto. A lo mejor Enrique seguiría aquí. Puede ser. Pero lo que si es verdad es que no sería nuestro Enrique. Porque Enrique no se conformaba con ver pasar su sueño. Tenía que cogerlo, sentirlo, vivirlo. Así era Enrique. Por eso era Enrique. Por eso le envidio.

            Enrique era un gran tipo. El mejor tipo. “