Hola amigos moteros.
Aquí vuelvo a la carga con un nuevo “ladrillo” pero no podéis
quejaros porque mis escritos se diluyen en el tiempo como
lágrimas en la arena, pero tranquilos que no me voy a poner
poético, quizá más bien al contrario porque el tema de hoy tiene
de todo menos poesía.
En definitiva lo que
quiero decir es que los moteros no somos ni más ni menos que los
demás y sufrimos, como todo el mundo, los envites de esos entes
abstractos que son los mercados y la economía. Entre esos
envites y vaivenes está la retransmisión de las motos en
abierto. Lo cierto es que al final tenía que pasar, y tenía que
pasar por mucho que nos fastidie porque los costes de
retransmisión no son casi nunca recuperables ni amortizados en
las retransmisiones en abierto. Me he entretenido buscando
artículos sobre esta cuestión en páginas de economía y en todos
los casos coinciden con ejemplos prácticos en que no es
interesante económicamente.
Cuando la Sexta se
puso a retransmitir la Fórmula 1 tuvo que acabar cediendo los
derechos a otra cadena porque los costes no justificaban los
ingresos por publicidad. El problema radica, nos guste o no, en
que vivimos en una sociedad en la que lo único que importa son
los beneficios. La publicidad también está en crisis y las
televisiones han tenido que ajustar mucho sus precios para
sostener anunciantes que les cubran su parrilla. En el punto
final de todo esto no podemos olvidar que las cadenas de
televisión son empresas que venden un producto como lo puede
hacer una panadería; en un caso venden programas de televisión y
en el otro, barras de pan pero el punto de salida es el mismo. Y
en el caso de la Formula 1 ya digo de antemano que, o bien
Alonso hace un mundial tela, o en el 2.015 nos tocará pagar para
verlo.
Hace unos años, nadie
podía imaginar que para ver el fútbol hubiese que pagar y hoy en
día lo vemos como algo normal. Las cadenas de televisión compran
los derechos de emisión a un precio y lo venden a sus
anunciantes a otro y la suma de precios de estos últimos no sólo
deben cubrir el coste de los derechos sino que debe dejar un
margen. Esos anunciantes han obligado a las cadenas a cobrar
menos por sus anuncios y esa reducción de precios se transforma
en que no es rentable. Y al final esos anunciantes que se mueven
por los índices de audiencia y el famoso “share” son los que
deciden a que hora son los partidos porque un Madrid-Barça no
tiene la misma audiencia ni repercusión a las 21:00 que a las
18:00.
Tampoco podemos
olvidar que la tendencia a nivel mundial en esto de la
televisión va hacia el pago por visión y en muchos países ya es
así incluso aquellos que cuentan con cadenas deportivas
importantes como Euro Sport y que tampoco pueden pagar los
derechos que exigen organizadores como DORNA en MotoGP o
Ecclestone en la F1. Esta tendencia que está estudiada en las
facultades de Información y Periodismo, señala que aunque la
televisión por pago tiene menos audiencia como es lógico, el
cliente que paga es un verdadero consumidor de los productos que
se anuncien en esa cadena y la selección de productos para
anunciar se transforma en compra por parte de televidente,
entendiendo esos productos o marcas no sólo los que la cadena anuncie sino los que vean
en la publicidad de los vehículos. Así pues, las marcas
anunciantes pagan más porque van a lo seguro y los que ven la
televisión también pagan por lo que la cuadratura de círculo es
evidente.
En España nos hemos
salvado hasta ahora en esto de MotoGp porque la audiencia en
nuestro país, por todos los españoles que corren era elevadísima
pero ya en el momento que lo dejó TVE el futuro se veía venir.
En el resto de Europa, que no son españoles, (gracias a Dios) ya
hace tiempo que hay que pagar en la mayoría de los sitios.
Al final, el resumen
de todo esto es que aunque me fastidie, pretender que emisiones
como esta de las motos sean en abierto es ir contra la tendencia
y por qué no decirlo, contra la lógica empresarial y comercial
que son las cadenas de televisión. Yo no tengo Movistar
Televisión ni pienso tenerlo y me tendré que fastidiar
buscándome la vida o quedándome como el domingo pasada hasta las
doce, con el teléfono apagado todo el día para no saber nada ni
viendo telediarios para poder ver un carrerón.
En definitiva, el
progreso es el progreso y no siempre se progresa en la dirección
que a todos nos interesaría progresar pero el progreso, en todos
los sentidos, no puede parar de progresar. Y todo este
galimatías para decir que no se pueden poner puertas al campo.
|